| |||||||||||
Verkætlan - viajes paralelosUmsetLísing av verkætlanFramborið av nacho777 19 Juli 2015 14:01 viajes paralelos LeÃa el libro en el avión. Hasta el momento, una versión fatigosa y estropeada del original. Me gustaba la trama, pero los dibujos de los personajes no terminaban de convencerme. Tampoco me agradaba la imposibilidad de participar en el juego. Cada porción de fe era reducida a una semilla de mostaza. La ansiedad como método de lectura resulta incierto, sin embargo, esto no me impidió observar un hermoso crepúsculo en la alameda. De pronto, alguien atravesó el ocaso, cruzó un jardÃn de amapolas, sonrió ante el silencio de los perros, se acercó a la puerta. La puerta se abrió para dejar entrar el viento, algunas hojas secas y los besos y caricias que empezaban invadir esa casa de romances furtivos. —¿Desea tomar algo, señor? —me preguntó una de las azafatas. —No, gracias, señorita. Miré a mi alrededor: todos dormÃan, y yo, con mi cabeza recostada en el terciopelo azul del asiento, seguÃa pensando en la historia… 17 Retomé la lectura. Las letras se hicieron redondas. Cada morfema era un escape. La fonética se volvió aguda y singular. Me dejé llevar por los gemidos que se encendÃan en la oscuridad, una cama ardiente y los pasos del hombre que arrojaba al suelo su pipa y se dirigÃa a ese sitio que para algunos seguÃa siendo un paraÃso y, para él, sólo una habitación repleta de cadenas y años de matrimonio. —¿Desea tomar algo, señor? —insistió aquella rubia de sonrisa improvisada. —No, señorita. Cada palabra trazaba una nueva disyuntiva en la complicidad de mis ojos: ¿Quién era el futuro asesino? ¿Quién el verdadero culpable? ¿Por qué los perros comenzaron a ladrar cuando el amor huyó en dos cuerpos que se fugaban por una ventana que nunca existió y, al mismo tiempo, siempre fue un telón predecible para la salvación de ambos amantes? —¿Desea tomar algo? —No, todavÃa no. SÃ. Decidieron huir de la casa y el mundo. Mis ojos avanzaban entre planes, mapas, refugios y lluvias salvajes… —¿Desea tomar algo? —Más tarde. Pudieron haber escapado en caballos de tiempo, carrozas antiguas o en trenes fugitivos. Sin embargo, a pesar de algunos vestigios de una época añorada por 18 tantos lectores, las nuevas páginas de la historia y los besos en el aeropuerto reflejaban una engañosa modernidad. —¿Desea tomar a…? —No, no quiero nada. Después de quince minutos (quince meses) de giros inesperados, llegué al último capÃtulo… —Abróchense el cinturón, tenemos un problema en una de las turbinas. El miedo paralizó mi cuerpo. Mis brazos se adormecieron. El libro temblaba. El avión empezaba a caer y yo también estaba ahÃ… —¿Desea tomar algo, señor? —volvió a insistir la azafata. Leita | |||||||||||