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Lejos del golfo de EE.UU., los nigerianos roban charcos de petróleo.
Con dos tubos gordos amarillos para trasvasar el agua contaminada hacia su piragua de madera, el adolescente "deseca" los últimos charcos de petróleo en las calas del delta del NÃger. Pero no es miembro de la organización federal de lucha contra la marea negra, roba el petróleo para revenderlo en el mercado negro. No hay robots submarinos para contener las fugas, no hay investigaciones gubernamentales para buscar las causas y no se otorga ninguna compensación a las comunidades vÃctimas de la contaminación. Estamos en Nigeria, no en Estados Unidos. En el delta del NÃger, sede de las más importantes compañÃas de petróleo y de gas de Ãfrica, las bolsas de petróleo se derraman desde hace decenas de años, contaminando el aire, el suelo y el agua de la población. "Ya no quedan peces, no me queda otra, ésta es mi vida ahora" dice el "desecador de petróleo".