Ni el torturador me asustará Ni la caÃda final del cuerpo Ni los cañones de los rifles de la muerte Ni las sombras en el muro Ni la noche, cuando al suelo Sea arrojada la última leve estrella de dolor. Sino la ciega indiferencia De un mundo cruel y sin piedad
Y cada pequeña vela Ilumina un rincón de la oscuridad